EL GRITO DE MUNCH
Tormento e inconformismo
El objeto de estudio del trabajo es el Grito, cuadro pintado por Eduard Munch en 1893 y que se encuadra
dentro de su obra capital “el Friso de la
Vida”.
El objetivo que se pretende alcanzar, es responder qué es lo que Munch
trató de reflejar en su cuadro a través del rostro angustioso de la persona que
grita.
Es decir, si se trata del reflejo de la angustia personal del pintor o
si el grito pudiese también esconder
una crítica a la nueva forma de organización socioeconómica de la época. En
definitiva si Munch grita también contra las injusticias sociales y a las
desigualdades económicas que acompañaron a la Revolución industrial.
Para desarrollar esta posibilidad voy a basarme en 3 hechos
fundamentales:
·
La influencia que tuvo para Munch el movimiento bohemio de
Cristiania
·
La situación social que se vivía en el momento y lugar en el que
se pintó el cuadro
·
Las características del propio arte expresionista
Influencia de Cristiania
Cristiania (la actual Oslo) se
consideraba la cuna del movimiento Bohemio noruego. Munch se trasladó allí a la
edad de tres años y desarrollo todos sus inicios como artista rodeado de esta
atmósfera e influenciado por pintores como Christian Krogh, uno de los máximo
exponentes del movimiento Bohemio.
Los bohemios
de Cristiania dirigían sus trabajos y sus provocaciones contra la falsa
complacencia y contra la estrechez de principios morales y éticos. Consideraban
que el sistema estaba envuelto en contradicciones.
No compartían la forma de organizarse de
la sociedad y por ello vivían en un clima de represión.
La novela “Un Bohemio de Cristiania”
escrita por Hans Jaeger fue confiscada inmediatamente después de su aparición
en1985 y el propio Munch vio como sus cuadros causaban escándalo en la
exposición de Oslo en 1886, o como en 1892 el público y la prensa berlinesa
reaccionaron indignados ante sus pinturas, lo que obligo a clausurar la
exposición siete días después de su inauguración.
Munch no fue ajeno a este movimiento de
protesta como pone de manifiesto el escritor Josef Paul Hodin en su libro
“Eduard Munch-el genio del Norte”.
Hodin
escribe en este libro:
“La Bohemia de Cristiania era el portavoz de
la protesta individual contra la hipocresía de una falsa moral.
Esta Bohemia, en
la que se incluía Munch, luchaba por el ideal de una sociedad honesta y vigorosa
y defendían la liberación social sometiendo
para ello los valores recibidos a una critica despiadada. En ningún otro lugar
se estaba luchando en pro de las nuevas ideas con tanta vehemencia como en
la fosilizada Cristianía de los años ochenta” [1]
Munch estaba por tanto dentro de esta
corriente reivindicativa y hacia finales de los 1890 tenía proyectado un ciclo
de cuadros con el tema de la vida Bohemia.
Me parece interesante detenernos en otra
de sus obras para reflejar la posición de Munch con respecto a la clase
burguesa, clase social que representaba la piedra angular de la sociedad
industrial.
El cuadro se
titula Atardecer en el paseo Karl Johann
(1892)
Referiéndose
a este cuadro Munch dice:
“Los
hombres con chisteras, las mujeres con elegantes sombreros,
presos de sus
propias convenciones y normas burguesas, exhalan una atmósfera de represión
moral” [2]
En el
cuadro, el pintor contempla a la burguesía con los ojos del Bohemio, trata de
mostrar el miedo y la soledad del individuo dentro de la masa de una gran
ciudad
Munch creció en el ambiente Bohemio y al
igual que este movimiento criticaba los valores establecidos.
Situación social de París
Eduard Munch pinto el Grito en 1893 en París, sin duda una de las cunas del
pensamiento contemporáneo y de las reacciones sociales que siguieron a la
Revolución industrial.
La Revolución
industrial es un hecho histórico que marca un antes y un después no solo en la
historia del pensamiento social y político, sino además, y fundamentalmente, en
la forma de organizarnos socioeconómicamente como civilización humana.
La sociedad se
subordinó a la economía. De alguna forma una economía de mercado solo podía
existir en una sociedad de mercado. Todos los componentes de la economía,
incluida la tierra y la mano de obra, se incluyen en ese sistema de mercado y todos los factores de producción son
considerados mercancías destinadas a la venta y sujetas al mecanismo de la oferta
y demanda.
Resulta
interesante leer lo que Munch dice del arte dentro de este nuevo sistema de
producción:
“Lo que esta arruinando el arte moderno
es el comerció, al exigir que los cuadros se vean bien una vez que se los
cuelga en la pared. No se pinta por el deseo de pintar......o con la intención
de pintar una historia. Yo que fui a Paris hace siete años (Munch residió
en París en 1885) lleno de curiosidad por ver el salón y que estaba dispuesto a
dejarme llevar por el entusiasmo –lo que sentí fue sólo repugnancia” [3]
En
este marco es donde se origina una fuerte disputa acerca de cómo debería volver
a organizarse una sociedad. Y a partir del cual surgen movimientos sociales que
reivindican un cambió de las
estructuras socio-económicas.
París
vivía envuelta en un clima de constante protesta social.
Por
un lado estaban los anarquistas que
radicalizaron su protesta hasta el límite, iniciando acciones terroristas.
Por
el otro estaban los socialistas y también los movimientos sindicales que cada
vez iban adquiriendo mayor peso y relevancia dentro de los movimientos
sociales.
En
1884 los sindicatos franceses fueron legalizados y un año más tarde se
agruparon formando la Confederación General de Trabajadores.
El
movimiento sindical francés rechazó la acción política en pos de acciones más
directas.
París
vivió una época de boycots, sabotajes y huelgas generales contra la clase
burguesa.
Esta
filosofía de acción convirtió al movimiento sindical francés en uno de los más
radicales de Europa.
Así
pues el Grito fue pintado en este
clima social. ¿Podría Munch abstraerse de
esta
atmósfera al pintar su cuadro? Considero que para un pintor comprometido con el
movimiento Bohemio e identificado con el enfrentamiento contra la clase
burguesa la abstracción le hubiera resultado complicada.
El Expresionismo
El expresionismo
fue una corriente artística que buscaba la expresión de los sentimientos y las
emociones del autor, más que la representación de la realidad objetiva. Es
decir anteponía esos sentimientos a las propias formas.
El
artista expresionista lo que busca es que se experimente un impacto
fundamentalmente emotivo ante sus obras
Lo importante en
este movimiento es la forma y el sentimiento del autor.
La pintura, por
tanto, se toma como un medio de desahogarse y de ver la vida con otro punto de
vista.
Para ello los
pintores expresionistas utilizan los colores fuertes y puros. Distorsiona las
formas retorciéndolas y pintados
rostros desfigurados y tristes, tratando de buscar con las líneas, el
transmitir el ritmo de esos sentimientos.
Los cuadros
expresionistas se caracterizan por su expresividad y fuerza psicológica a
través de sus composiciones agresivas.
Con respecto al
arte expresionista Gombrich afirma que los
expresionistas sintieron intensamente el sufrimiento humano, la pobreza, la
violencia y la pasión.
Ellos querían mostrar su compasión por los desheredados y
los contrahechos.
Casi se convirtió entre ellos en punto de honor rechazar
cuanto oliese a distinción y galanura, sacando al burgués de sus casillas en
cuanto a su satisfacción real o imaginaria.[4]
El movimiento artístico en el que Munch
se encontraba también respondía ante las clases burguesas y muchas veces a
través de la representación de los sentimientos trataban de reflejar las
injusticias sociales.
Centrándonos de nuevo en El Grito en unas notas de 1886 escritas
por el autor en Niza, Munch recuerda la situación que daría origen al cuadro:
“Iba caminando
con dos amigos por el paseo el sol se ponía - el cielo se volvió de pronto rojo
- yo me pare - cansado me apoye en una baranda - sobre la ciudad y el fiordo
oscuro azul no veía sino sangre y lenguas de fuego - mis amigos continuaban su
marcha y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo - y sentía que
un alarido infinito penetraba toda la naturaleza”.[5]
Teniendo esto en cuenta y considerando que Munch llevaba al limite la pintura no
objetiva[6], es cierto que no podemos tener la
certeza de lo que quiso expresar a través del Grito, pero considerando los aspectos tratado en el trabajo me
atrevo a decir que el grito que Munch dirige a la ciudad no sólo transmite una
angustia personal del pintor sino además una cierta incomprensión y crítica
hacia la nueva forma de organización socioeconómica de la época.
No parece muy descabellado considerar
que ese grito de incomprensión y desesperación
incluyera algo de lo que respiró a lo largo de su vida en Cristiana y más tarde en París, la lucha
contra un sistema socioeconómico que no entendía.
Para terminar el análisis, aunque quede fuera del objetivo
del trabajo me gustaría mencionar la influencia que tuvo el Grito y la obra de Munch en general, sobre el expresionismo
alemán. En concreto la influencia que ejerció Munch sobre la corriente
artística el Puente.
Este corriente la componían inicialmente
Fritz Bleyl, Ernst Ludwing Kirchner, Erich Heckel y Karl Schmitdt-Rottluff
aunque posteriormente otros artistas como Emil Nolde, Otto Mueller o Max
Pechstein se fueron uniendo.
Me parece interesante mencionar esta
influencia porque estos pintores criticarón la sociedad regida por el trabajo
industrial y por el sistema socio-económico de Guillermo II, de forma más
directa y clara.
Ellos tomaron el testigo de Eduard
Munch, ese que afirmaba que sería insincero no mirar más que al lado agradable
de la vida.