Pirámide Roja
La Pirámide Roja, que debe su nombre al color de su paramento, es la tercera pirámide de Egipto por sus dimensiones y la mayor de las situadas en Dahshur, y fue construida por el faraón de la cuarta dinastía Seneferu. Representa la primera tentativa exitosa de pirámide de caras lisas y era la construcción más alta del mundo en la época en que fue construida.
La pirámide roja no siempre fue de este color. Estaba recubierta con blanca piedra caliza de Tura, pero solamente algunas de estas losas permanecen en una esquina de la base de la pirámide: durante años, la piedra caliza fue usada para los edificios de El Cairo, revelando el granito rojizo de su estructura. Los residentes locales se refieren a la pirámide roja como El-haram el-watwat, que significa pirámide ciega.
Historia
Fue construida durante el reinado del faraón Seneferu para ser su tumba, y está situada a un kilómetro al norte de la pirámide acodada. Se construyó con el mismo ángulo de 43º de la sección superior de la pirámide acodada, lo que le da un aspecto perceptiblemente achatado comparada con otras pirámides egipcias de escala comparable.
Los arqueólogos especulan que la razón de esto puede ser un resultado de las crisis de ingeniería experimentadas durante la construcción de las dos pirámides anteriores de Seneferu. La primera de éstas, la pirámide de Meidum, se derrumbó en la antigüedad, mientras que la segunda, la pirámide acodada, tenía el ángulo de inclinación alterado de 54º a 43º a mitad de su construcción.
Algunos arqueólogos creen que la pirámide de Meidum fue la primera tentativa en la construcción de una pirámide de paredes lisas, y que pudo haberse derrumbado cuando la construcción de la pirámide acodada ya estaba en curso, y que ésta había comenzado ya a dar muestras alarmantes de la misma inestabilidad, según lo evidencian las juntas de construcción y la presencia de una gran viga de madera en su interior. El resultado sería el cambio en la pendiente de las caras de la pirámide acodada, y el comienzo de la pirámide roja con una menor pendiente para ser menos susceptible a la inestabilidad y, por lo tanto, menos susceptible al derrumbe.
Bóveda escalonada a dos caras de la primera antecámara.
Cámaras de la Pirámide roja.
El
piramidión restaurado, exhibido al lado de la pirámide. Detrás se puede ver parte del revestimiento original de piedra caliza blanca.
Complejo funerario
El conjunto funerario es muy sencillo y constituye uno de los raros conjuntos privados de pirámide satélite. El Templo Alto, aunque de tamaño modesto, es similar a los de otras pirámides. Fue terminado apresuradamente con adobes, seguramente a raíz de la muerte del faraón. No quedan rastros de la calzada ni del Templo de recepción.
Pirámide
Está construida en piedras rojas procedentes de una cantera local, y fue revestida con caliza blanca de Tura. La base de la pirámide no constituye un cuadrado perfecto sino se alinea hacia el norte. El egiptólogo Andrew Reisner midió las dimensiones: de oeste a este mide 221,50 metros y de norte a sur 218,50 metros. Su altura es de 104,40 metros o sea algo más que su vecina, la pirámide acodada.
El plano es muy similar al de la pirámide de Meidum pero más ambicioso. Además se trata de la única pirámide cuyas cámaras se sitúan enteramente sobre el nivel del suelo. La entrada está en la cara septentrional a aproximadamente 28 metros sobre el suelo. Un pasillo, cuyo ángulo de inclinación es de 27° y la longitud de 62,63 metros, termina en una sección horizontal de 7,40 metros desde la que se accede a dos antecámaras realizadas en piedra caliza y cubiertas con magníficas bóvedas escalonadas sobre dos caras. La segunda, situada exactamente bajo el centro de la pirámide, está provista de una apertura situada en la pared meridional a una altura de 7,60 m. que da sobre un corredor de 7 m. que conduce a la gran cámara funeraria, también cubierta con una bóveda escalonada sobre dos caras, en piedra caliza. El recubrimiento del suelo de la habitación ha desaparecido debido a las sucesivas excavaciones.
Flinders Petrie descubrió en el siglo XIX fragmentos de hueso humanos y de animales en la segunda antecámara, y los estudios efectuados por el doctor Batrawi en 1950 permitieron detectar rastros de momificación sobre estos huesos.
En la década de 1980 se descubrió un piramidión sin decoraciones ni jeroglíficos en los alrededores de la pirámide.[1] Se trata del más antiguo piramidión que haya llegado hasta nosotros.
LAS OTRAS HISTORIAS ¿QUÉ ES LA ESFINGE?
Lo cierto es que se sabe muy poco de la Esfinge, quién la construyó, para qué o cuándo se hizo.
De acuerdo con la mitología griega, la esfinge es un monstruo con cabeza y pechos de mujer, cuerpo de león y alas de ave; representaba la sabiduría. Según la leyenda, esta criatura se agazapó en lo alto de una roca a la entrada de la ciudad griega de Tebas. A cualquiera que intentaba entrar o salir le proponía un acertijo y al que no lo resolvía lo devoraba.
Hasta que apareció un viajero que respondió acertadamente, a lo que la esfinge, de la furia, se suicidó. Este héroe era Edipo, y como premio es nombrado salvador de Tebas y se casa con la reina (enviudada porque el propio héroe mata al rey en una discusión, y que a la postre resultaba ser su madre)
Sin embargo, los egipcios no conocían esta leyenda, pero idealizaban a algunas personalidades o divinidades con cuerpo de león y la cabeza del personaje (generalmente el rey) para representar la fuerza y el coraje. Al llegar a Egipto visitantes del otro lado del Mediterráneo, influidos por la cultura griega, veían una esfinge, y así continuamos llamándola, aunque su nombre árabe es Abu Hawl, Padre del Terror. Los egipcios la adoraban ya desde el Imperio Nuevo (1550 adC – 1070 adC) como al Dios Horum.
Tallada sobre la roca misma de la meseta de Giza, compone un bloque de piedra calcárea erigido, según la versión oficial, hacia la IV dinastía (2520-2494 adC.) por orden del faraón Kefrén, que se cree descansa en los subterráneos que se encuentran bajo el monumento, aunque la cara se cree sea la de su hermano Djedefre, al que usurpó antes el trono. Ambos eran hijos del faraón Kufu, al que se le atribuye la pirámide de Keops. Sin embargo, la única inscripción que aparece en la esfinge es la denominada "estela del sueño", un muro de granito de 2´15 m. en el que el faraón Tutmosis IV (1401-1391 a.C.) menciona que desenterró el monumento ya que, en un sueño, la esfinge le prometió el trono si la liberaba de las arenas del desierto.
La representación más similar originariamente Egipcia era la de representar al Dios Amón con cuerpo de león y cabeza de carnero. Sin embargo esta tradición viene de Nubia, situada a cientos de kilómetros al sur de la Esfinge. Aunque el caso de ésta tiene más peculiaridades en la representación de la cabeza de un Faraón al carecer de la típica barba ceremonial y a que su tocado no cae sobre sus hombros como suele ser habitual. Quizás fuera la primera representación sobre la que se basaron en siglos posteriores con los cambios típicos de la moda, aunque esto no aclara desde donde evoluciono a su vez esta.
Las incongruencias con la historia comúnmente aceptada surgen con la "Estela del Inventario" hallada junto a la Gran Pirámide por Auguste Mariette.
“
¡Que viva el Horus-Medyed rey del Alto y Bajo Egipto, Jufu, dotado de vida!, él encontró el Templo de Isis, Señora de las Pirámides, al lado del Templo de Hurun, en el noroeste del Templo de Osiris, Señor de Rosetau. Él construyó su pirámide al lado del templo de esta diosa y construyó la pirámide de la hija real Henutsen, al lado de este templo “
Aquí se desprende que Jufu (Keops) hizo construir su pirámide junto a la Esfinge, la casa de Isis, habla también de la esfinge como la Diosa de la pirámide, por lo que se deduce que ambas, la Gran pirámide y la esfinge ya existían antes de Keops, y éste construyo otra pirámide que no es la Gran Pirámide. Esta estela es una de las más polémicas de la egiptología, se la atribuye a la XXI dinastía, aunque los expertos barajan la posibilidad de que sea posterior. Sus afirmaciones dan un vuelco a las actuales teorías sobre el conjunto arquitectónico de Giza, aunque se trata de un texto tan críptico que caben varias

interpretaciones.
El historiador árabe Al Makrizi (1364 dC - 1442 dC) recopiló todo el material existente hasta la fecha sobre las pirámides. Así habla del soberano egipcio que las erigió, Saurid, para guardar todo el conocimiento ante una gran catástrofe que se avecinaba, el Gran Diluvio.
Lo que parece claro es que tanto la Esfinge como el templo que se halla a sus pies se construyeron a la vez, y este templo parece estar orientado al culto solar (su puesta y salida) y de ahí su orientación hacia poniente.
La esfinge se ha visto atacada por los elementos desde su construcción, primero por las continuas y regulares crecidas del Nilo a lo largo de los siglos, el viento y los brutales cambios de temperatura entre el día y la noche; todos ellos han ido destruyendo poco a poco el monumento, cebándose sobre todo en la cabeza por permanecer altanera por encima de la superficie. La primera restauración fue realizada por los propios Egipcios durante el imperio Nuevo, y otras más tarde durante la época Ptolemaica. Sin embargo, el grado y tipo de erosión que ha sufrido junto con otras construcciones adyacentes no se corresponde con lo que debería ser lo normal en 4.000 años.
De acuerdo con varios estudios, la erosión que soporta la Esfinge es debida al agua más que a cualquier otra causa. Se ha formulado la hipótesis de que esas aguas fueran subterráneas, aunque no se han observado los mismos efectos en monumentos cercanos, salvo en el Templo Funerario ubicado a los pies de la pirámide de Kefrén, pero 46 m. más elevado que la esfinge. Por tanto la única fuente de agua que erosionó ambas construcciones tuvo que ser externa, y para conseguir el efecto que se observa las dos debieron permanecer bajo el agua al menos 600 años. ¿Y cuándo ocurrió una avenida de agua que durase 600 años y alcanzara tal altura?, pues tras la última glaciación, 15.000 años antes de Cristo.
Esta conclusión choca de lleno con lo que hasta ahora se sabe de la historia de la Humanidad, que por aquel entonces se reducía a un conjunto de tribus cazadoras nómadas, carentes de la organización necesaria para levantar cualquier monumento importante. Aunque, según el historiador greco-egipcio Manetón, la época predinástica en Egipto arrancó miles de años antes de la primera dinastía, cuando unos invasores de ultramar, los Neteru y los Shemsu Hor, llegaron hasta ellos y los cultivaron.