Unos estudiantes del Instituto de Tecnología de Georgia han
presentado un proyecto que propone un uso inquietante de la herramienta
Google Earth. Gracias a las capturas de movimiento y cámaras de
circuito cerrado CCTV, se pueden espíar vehículos y personas en tiempo
real. Da para pensar en las posibles consecuencias de semejante sistema
a la hora de controlar a los individuos, sobre todo si vives en un
lugar cubierto casi en su totalidad por cámaras CCTV, como Londres.
Dejando mi tendencia paranoica a que el gran ojo todo lo ve, el
sistema sirve también para cosas interesantes e inocentes, como
explican en el vídeo que traigo: ver gratis partidos de fútbol, fijarse
en el estado del tráfico o el tiempo antes de salir de casa, etc.
Se presentará oficialmente el mes que viene, y me pregunto si
alguien moverá un dedo en defensa de nuestra cada vez más limitada
privacidad. Sin duda un tentáculo más para el poderoso Google, y un
poquito más de Gran Hermano video vigilancia para el ciudadano
corriente. Una discusión que es tan filosófica como global, y recuerda
a Michel Foucault y su tesis sobre la mirada omnipresente del panóptico
y las sociedades disciplinadas y controladas.
En Londres, un ciudadano en el transcurso de su vida normal es
filmado 300 veces en un día. Se pueden saber sus recorridos, establecer
sus pautas de conducta o de consumo, y conocer sus relaciones
sociales. Cory Doctorow, en su libro Content incluye un ensayo sobre
las cámaras londinenses explicando que las cámaras no sirven para
disuadir a alguien que ya no tiene nada que perder. Y de hecho las
estadísticas confirman que tienen poca efectividad en la reducción del
crimen y el delito.
Puede parecer que este hecho no tiene importancia, pero imaginen que
hubiera pasado si durante la Alemania nazi o las distintas dictaduras
mundiales, hubieran existido estas ciudades videovigilantes. ¿Cuánta
más gente habría desaparecido si las fuerzas de seguridad hubieran
contado con la ayuda de dispositivos de esta naturaleza?. ¿Quién vigila
a los que nos vigilan?.
