Es lógico que esta pregunta empiece a surgir cada vez con más fuerza, dadas las similitudes de este planeta con el nuestro. No es que sea muy parecido a la Tierra, pero en el sistema solar es lo más parecido que existe, y si no puede hacerse tal cosa en Marte, seguramente no podremos terraformar ningún otro planeta del sistema solar. La terraformación es un concepto que es bastante utópico que está en auge. Digo que es utópico, porque se me ocurren hazañas mucho más factibles en nuestro propio planeta y sin embargo parece que aún no podemos llevarlas a cabo. Yo de momento me conformaría con bajar los niveles de CO2 en nuestro planeta para frenar el efecto invernadero, y frenar la continua extinción de especies que empobrece día a día nuestra biodiversidad. Se nos queda pequeño nuestro planeta y ya soñamos con mudarnos a Marte. En cualquier caso las especulaciones racionales que intentan anticipar futuras alternativas de progreso humano me parecen un ejercicio muy interesante aunque solo sirvan de momento para darnos cuenta de nuestras propias limitaciones.
La terraformación son palabras mayores, y nos mantendría en la dependencia de un astro, el Sol, que al parecer se ha portado muy bien en los últimos cientos de millones de años, pero yo creo que si lográramos diseminarnos por distintos sistemas solares de nuestra galaxia, aseguraríamos nuestra supervivencia y nuestra diversificación como especie. Si la terraformación es una utopía, el éxodo fuera del sistema solar, también lo es. Son supuestos lícitos en ciencia-ficción y yo me centré en la idea del éxodo extra solar para mi novela, pero estamos muy lejos de todo ello, y por desgracia la Tierra se nos queda pequeña a gran velocidad.
Recomiendo la lectura de El Sistema Solar – Marte (V). De la lectura de este amplio e interesantísimo artículo se desprende que en realidad la formación de una pequeña colonia humana en Marte no sería algo tan impensable.
En todos estos ensayos tenemos tendencia a infravalorar los problemas sociológicos. Ni siquiera parece que seamos capaces de autocontrolar nuestras actividades humanas en la Tierra de un modo racional y sostenible. Priman los egoísmos particulares y por desgracia, me temo que eso sea lo primero que nos llevaremos de aquí con nosotros a cualquier otra parte. El verdadero problema puede no ser técnico. El verdadero problema puede que seamos nosotros mismos.